lunes, 2 de abril de 2012

Luz de mediodía II

 Me preguntó, luego de verme, si tenía goma de borrar. Di  vuelta a buscarla. Y a penas le di la espalda, noté nerviosa que había dejado despejado mi dibujo. Seguramente lo vio. Nunca lo sabré, no hizo comentarios al respecto cuando debería haberlo hecho, pero mi maldito novatismo en, bueno, prácticamente todas las cuestiones de la práctica, me hicieron sentir mal ante el talento que emanaba su producción.
- ¿Dónde estudiaste dibujo? - le pregunté.
- No estudié.
Terminé por sentirme mal. ¿Acaso ser idiota es inevitable cuando una pretende no serlo?
- Me gusta tu concepto.
Agregó casi inmediatamente.
 - Gracias. - estaba desconcertada, era un halago sin sentido.- ¿Por qué?
- Las líneas - señaló-  están torcidas pero bien delimitadas.
Miré mi hoja como quien mira la nada. No le entendí. Pero me sonrió ante el desconcierto. Y algo bueno pude hacerlo, bien: sonreí también. 
Esas risas no planeadas que luego las recuerdas antes de dormir, y volvés a sonreír.
- La verdad no soy buena dibujando. Pero vivo para retratar la belleza, por eso soy fotógrafa.
- La verdad soy malo encontrándole belleza al mundo real. Por eso soy dibujante.

Y volví a hacerlo.

La risa, ella sola ha cavado más túneles útiles que todas las lágrimas de la tierra

Julio Florencio Cortázar.

 

 

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